22 de diciembre de 2015

-Espolón Nord-oeste de la Punta Chausenque- La historia de un invierno que no llega.


Mediados de Diciembre??? no puede ser, a punto de entrar en el invierno y sigue sin nevar, hace calor y el anticiclón a venido para quedarse, para siempre??? espero que no. 
Nacho García y yo  por nuestra parte nos negamos a rendirnos y a caer en la apatía de la estabilidad, tenemos ganas de AVENTURA, y  hay que apostar fuerte para conseguirla.
Por supuesto planes tenemos a discreción, será por montañas... pero hay que elegir concienzudamente, y sobre todo no dejar que mande el corazón y lo irracional, aunque es muy fácil abandonarse al romanticismo del alpinismo. A saber, valoramos dos opciones, la mas factible y segura es ir a escalar "Despertaferros" a Montrebei, una difícil y larga vía con aventura asegurada; pero estamos en invierno y la meteorología es estable, no podemos dejar pasar esta oportunidad, y al final como siempre el corazón gana a la razón y ponemos rumbo al Vignemale. La ruta elegida es muy ambiciosa, diedro Amarillo, aunque abierta en 1964 por los hermanos Ravier, es una lección de escalada de dificultad pocas veces repetida en época invernal.
Los dos componentes de la cordada somos padres de familia, lo que hace que empaticemos fácilmente, y sobre todo que la logística se complique en gran medida. Salimos de Jaca a las 4:30 Am y hasta las ocho no comenzamos la larga aproximación desde Pont de Espagne a la cara norte del Vignemale. Sobre las 12:30 llegamos a pie de vía, ha sido un largo paseo frenado por la nieve blanda y por el gran peso de nuestras mochilas. La idea inicial es subir hasta una repisa en mitad de la pared donde haremos nuestro vivac, pero valoramos la imposibilidad de nuestro objetivo, y bajo la expectativa de pasar una noche colgados de nuestros arneses cambiamos de objetivo y nos adaptamos.
La nueva idea es dejar un deposito de material a pie del Couloir de Gaube, bajar a dormir al refu, y a la mañana siguiente escalar el espolón Noroeste de la punta Chausenque.

El despertador suena a las cinco de la mañana, y a las seis ya estamos en marcha. Gracias a la huella que dejamos a la víspera y que nos movemos sin peso, en a penas una hora estamos a pie de la cara norte, en nuestro deposito de material. Al llegar comprobamos sorprendidos que mis pies de gato y los cascos están desparramados por la nieve del glaciar y la bolsa de plástico en la que estaban guardados, completamente hecha jirones. Las chovas han dado buena cuenta de las barritas energéticas que había guardadas, pero por suerte todo lo demás está intacto, así que nos tocara pasar hambre.


 
 

En medio de la noche a la luz de los frontales comenzamos a subir por el Couloir de Gaube, hasta que en un momento dado nos montamos sobre la pared y comenzamos la escalada.
El primer tercio de la via es bastante vertical y enrevesado, la escalada se torna mucho mas difícil de lo que habíamos previsto y pronto nos damos cuenta de que si queremos salir por arriba en una sola jornada tendremos que exprimirnos a fondo.

 
La escalada es complicada y expuesta, la roca es bastante mala en general y para colmo es muy difícil de proteger. Las reuniones son bastante precarias y perdemos mucho tiempo en montarlas, el croquis no es muy detallado y el itinerario es difícil de seguir, a pesar de ello no nos perdemos, y largo a largo vamos ganando altura.
 



 
 

Cuando la roca esta seca escalamos con la bota, pero continuamente tenemos que ponernos los crampones debido a que según ganamos altura cada vez hay mas hielo en la pared. Nuestra primera idea era escalar la ruta con los pies de gato, pero cada vez está mas claro que se van a quedar metidos en la mochila.



 


 A las cinco y media la noche nos envuelve y todavía quedan muchos metros por escalar. Con los frontales puestos seguimos la ruta, llegados a este punto la mente se transforma y se convierte un motor de supervivencia. Nuestros cansados cuerpos impulsados por una fuerza casi inextinguible nos permite seguir avanzando, da lo mismo lo difícil y expuesto que sea el paso, nuestro instinto es tan grande que lo superamos como auténticos autómatas.

 
Después de trece horas metidos en la pared llegamos a la cumbre, son las nueve de la noche y todavía tenemos que bajarnos de aquí. Sin tiempo que perder nos ponemos en marcha; primero encontramos el destrepe que nos deposita en el glaciar y luego seguimos bajando por la normal en medio de una total oscuridad. Intentamos coger el atajo que nos permitirá ahorrarnos una hora de bajada, pero en medio de la noche somos incapaces de encontrarlo y tenemos que bordear por la zona del refugio de Baisellance.
A las doce de la noche llegamos al Refugio desde donde habíamos partido dieciocho horas antes.

1 comentario:

  1. AVENTURA!!!!!!

    Buscando info para hacerla este Agosto veo esta piada, toma ya!

    Me encantó vuestro video, piada y reseña de la Norte del Pitón Carré que tuve la suerte de repetir el año pasado agarrado a vuestra reseña.

    Suerte en el Ama Dablam

    Chavi

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